¿Sabía que pequeños elementos ocultos en el acero pueden cambiar drásticamente su rendimiento? Este blog se sumerge en el fascinante mundo de los elementos de aleación, revelando cómo el hidrógeno, el boro, el carbono, el nitrógeno, el oxígeno, el magnesio, el aluminio y el silicio dan forma a la resistencia, durabilidad y utilidad del acero. Prepárese para descubrir los secretos de estos componentes cruciales y sus sorprendentes efectos en el acero.
El hidrógeno es ampliamente reconocido como el elemento más perjudicial en el acero, ya que su presencia puede provocar fragilización por hidrógeno y la formación de manchas blancas, que comprometen significativamente la calidad y el rendimiento del acero.
Al igual que el oxígeno y el nitrógeno, el hidrógeno presenta una solubilidad extremadamente baja en el acero sólido. Durante los procesos de fabricación de acero a alta temperatura, el hidrógeno puede disolverse en el acero líquido. Si no se gestiona adecuadamente, puede quedar atrapado durante el enfriamiento rápido, acumulándose en la microestructura y formando microporos de alta presión. Este fenómeno puede reducir drásticamente la plasticidad, tenacidad y resistencia a la fatiga del acero, lo que puede provocar un agrietamiento grave y una fractura frágil catastrófica.
La susceptibilidad a la fragilización por hidrógeno varía según las distintas microestructuras del acero. Los aceros martensíticos son especialmente vulnerables, mientras que los ferríticos suelen mostrar una mayor resistencia. La gravedad de la fragilización por hidrógeno suele aumentar con el incremento de los niveles de dureza y el contenido de carbono, lo que pone de relieve la importancia de seleccionar cuidadosamente los materiales y los procesos de tratamiento térmico en entornos ricos en hidrógeno.
Curiosamente, aunque los efectos del hidrógeno son predominantemente negativos, puede mejorar ciertas propiedades magnéticas del acero. En concreto, el hidrógeno mejora la permeabilidad magnética, lo que puede ser beneficioso en algunas aplicaciones electromagnéticas. Sin embargo, esto se produce a costa de un aumento de la coercitividad y de las pérdidas de hierro. Los estudios han demostrado que la adición de hidrógeno puede elevar la coercitividad en un factor de 0,5 a 2, lo que requiere un delicado equilibrio en el diseño del acero magnético.
Para mitigar los problemas relacionados con el hidrógeno, los fabricantes de acero emplean diversas estrategias, como la desgasificación al vacío, velocidades de enfriamiento controladas y tratamientos térmicos posteriores a la producción. Los métodos avanzados de ensayos no destructivos, como las sondas de hidrógeno y las técnicas ultrasónicas, son cruciales para detectar defectos inducidos por el hidrógeno y garantizar la integridad del acero en aplicaciones críticas.
La función principal del boro en el acero es aumentar significativamente su templabilidad, lo que permite reducir el uso de otros elementos de aleación como el níquel, el cromo y el molibdeno. Normalmente, el boro se añade en concentraciones que oscilan entre 0,001% y 0,005%, siendo esta pequeña cantidad capaz de sustituir 1,6% de níquel, 0,3% de cromo o 0,2% de molibdeno.
Al considerar el boro como sustituto del molibdeno, es fundamental tener en cuenta que, mientras que el molibdeno atenúa la fragilización por revenido, el boro puede favorecerla ligeramente. Por consiguiente, no es aconsejable sustituir completamente el molibdeno por boro.
La adición de boro al acero al carbono mejora notablemente la templabilidad, mejorando especialmente el rendimiento de las secciones de acero gruesas de más de 20 mm. Esta propiedad permite que los aceros 40B y 40MnB sirvan como alternativas viables al acero 40Cr, mientras que el acero 20Mn2TiB puede sustituir eficazmente al 20CrMnTi en aplicaciones de cementación.
Sin embargo, la eficacia del boro disminuye con el aumento del contenido de carbono en el acero. Este fenómeno es especialmente relevante a la hora de seleccionar aceros carburizados con boro, ya que la templabilidad de la capa carburizada postratamiento será inferior a la del material del núcleo.
Para las aplicaciones de acero para muelles, en las que generalmente se requiere un enfriamiento total, el acero al boro presenta una excelente opción debido a su sección transversal compacta. Sin embargo, hay que tener cuidado al añadir boro a los aceros para muelles con alto contenido en silicio, ya que la interacción puede dar lugar a resultados impredecibles.
El boro también muestra una gran afinidad por el nitrógeno y el oxígeno. En los aceros de desbaste, la adición de tan solo 0,007% de boro puede eliminar eficazmente los efectos del endurecimiento por envejecimiento, mejorando la estabilidad del acero a largo plazo.
Para optimizar los beneficios del boro en el acero, es esencial un control preciso de la composición y los parámetros de procesamiento. Pueden emplearse técnicas avanzadas como la desgasificación al vacío y el tratamiento térmico en atmósfera protectora para mantener el contenido y la distribución de boro deseados dentro de la matriz de acero.
El carbono es el elemento de aleación más crítico del acero después del hierro, e influye profundamente en sus propiedades mecánicas, microestructura y características de procesamiento. El contenido de carbono influye directamente en la resistencia, ductilidad, tenacidad y soldabilidad del acero, por lo que es un factor crucial en la selección de materiales y los procesos de fabricación.
En los aceros hipoeutectoides (contenido de carbono inferior a 0,8%), el aumento del contenido de carbono conduce a una mayor resistencia y dureza debido a la formación de perlita y al efecto de refuerzo de los átomos de carbono intersticiales. Sin embargo, esto se consigue a costa de reducir la ductilidad y la tenacidad al impacto, ya que la microestructura del acero se vuelve menos maleable.
Por el contrario, en los aceros hipereutectoides (contenido de carbono superior a 1,0%), un mayor aumento del contenido de carbono provoca una disminución de la resistencia. Este fenómeno se produce debido a la formación de una red de cementita frágil a lo largo de los límites de grano de austenita anteriores, que pueden actuar como lugares de iniciación de grietas bajo tensión.
La soldabilidad del acero se ve afectada significativamente por el contenido de carbono, observándose una notable disminución de la soldabilidad cuando los niveles de carbono superan los 0,3%. Esta reducción se debe principalmente al aumento de la templabilidad y la susceptibilidad al agrietamiento por frío en la zona afectada por el calor. A medida que aumenta el contenido de carbono, el acero también se vuelve más propenso a la fragilización por frío y al envejecimiento por deformación, mientras que su resistencia a la corrosión atmosférica disminuye debido a la formación de carburos de hierro que pueden actuar como cátodos locales, acelerando el proceso de corrosión.
La influencia del nitrógeno (N) en el rendimiento del acero es polifacética y comparte similitudes con el carbono y el fósforo. A medida que aumenta el contenido de nitrógeno, aumenta significativamente la resistencia del acero al tiempo que se reduce la plasticidad, lo que repercute especialmente en la tenacidad y la soldabilidad. Además, el nitrógeno contribuye a aumentar la fragilidad del acero en frío.
Los niveles elevados de nitrógeno exacerban las tendencias al envejecimiento, la fragilidad en frío y en caliente, y afectan negativamente a las propiedades de soldadura y doblado en frío. Por consiguiente, minimizar y controlar el contenido de nitrógeno en el acero es crucial para mantener unas características de rendimiento óptimas.
Las normas del sector suelen recomendar limitar el contenido de nitrógeno a no más de 0,018% en la mayoría de los tipos de acero. Sin embargo, cuando se combina estratégicamente con elementos como el aluminio, el niobio o el vanadio, se pueden mitigar los efectos adversos del nitrógeno y mejorar el rendimiento del acero. Esta interacción sinérgica permite que el nitrógeno sirva como elemento de aleación beneficioso en determinados aceros de baja aleación.
En determinadas composiciones de acero inoxidable, las adiciones controladas de nitrógeno pueden sustituir parcialmente al cromo, reduciendo eficazmente los costes de material sin comprometer el rendimiento. Por ejemplo, en los aceros inoxidables austeníticos, el nitrógeno actúa como estabilizador de la austenita y contribuye a reforzar la solución sólida, lo que permite reducir el contenido de níquel.
Es importante señalar que el control preciso de los niveles de nitrógeno y su interacción con otros elementos de aleación es fundamental para lograr el equilibrio deseado de propiedades en la producción de acero. Las técnicas avanzadas de fabricación de acero, como la desgasificación al vacío y el enfriamiento controlado, desempeñan un papel fundamental en la gestión del contenido de nitrógeno y la optimización del rendimiento del acero en diversas aplicaciones.
El oxígeno desempeña un papel fundamental en la producción de acero, pero su presencia puede tener efectos perjudiciales en el producto final. Está presente de forma inherente durante la fabricación del acero y, a pesar de los esfuerzos de desoxidación con elementos como el manganeso, el silicio, el hierro y el aluminio en las etapas finales, sigue siendo imposible eliminarlo por completo.
Durante la solidificación, el oxígeno disuelto reacciona con el carbono del acero fundido, formando monóxido de carbono. Esta reacción puede dar lugar a la formación de porosidades de gas o sopladuras, comprometiendo la integridad estructural del acero.
En el acero, el oxígeno existe principalmente en forma de inclusiones de óxido, como FeO (óxido de hierro), MnO (óxido de manganeso), SiO2 (dióxido de silicio) y Al2O3 (óxido de aluminio). Estas inclusiones no metálicas actúan como concentradores de tensiones, reduciendo las propiedades mecánicas del acero, en particular su resistencia y ductilidad. La presencia de estos óxidos afecta significativamente a la resistencia a la fatiga y la tenacidad, factores cruciales en muchas aplicaciones de ingeniería.
En los aceros eléctricos, en particular el acero al silicio utilizado en transformadores y motores eléctricos, el contenido de oxígeno tiene efectos pronunciados. Aumenta las pérdidas de hierro, reduciendo así la eficiencia energética. El oxígeno también disminuye la permeabilidad magnética y la magnetización de saturación, parámetros clave para el rendimiento electromagnético. Además, acelera el envejecimiento magnético, una degradación de las propiedades magnéticas que depende del tiempo y puede acortar la vida útil de los componentes eléctricos.
El magnesio (Mg) desempeña un papel crucial en la mejora de la calidad y el rendimiento del acero, sobre todo en el control de las inclusiones y la mejora de las propiedades mecánicas. Cuando se añade en cantidades precisas, el magnesio puede modificar significativamente la microestructura del acero, dando lugar a características superiores del material.
En la producción de acero, el magnesio actúa como un potente desoxidante y desulfurizador. Reduce eficazmente el número de inclusiones no metálicas, disminuye su tamaño, favorece una distribución más uniforme por toda la matriz de acero y modifica su morfología hasta darle formas más favorables. Estas mejoras en las características de las inclusiones contribuyen a mejorar la limpieza del acero y el rendimiento general del material.
En el caso de los aceros para rodamientos, que requieren una limpieza excepcional y una microestructura uniforme, la adición de magnesio en trazas ha demostrado ser muy beneficiosa. El magnesio influye en el tamaño y la distribución de los carburos, componentes críticos de los aceros para rodamientos. Al refinar las estructuras de los carburos, el magnesio contribuye a mejorar la resistencia al desgaste, la vida a fatiga y el rendimiento general de los rodamientos.
El impacto del magnesio en las propiedades mecánicas del acero es especialmente notable. Cuando el contenido de magnesio se controla con precisión entre 0,002% y 0,003% en peso, el acero presenta mejoras significativas de resistencia sin comprometer la ductilidad. En concreto, tanto la resistencia a la tracción como el límite elástico aumentan en más de 5%, mientras que la plasticidad del material permanece esencialmente inalterada. Esta combinación única de mejora de la resistencia y mantenimiento de la ductilidad es muy deseable en muchas aplicaciones de ingeniería, ya que permite diseñar componentes más ligeros pero más resistentes.
Es importante señalar que para lograr estos beneficios es necesario un control preciso de la adición de magnesio, ya que una cantidad excesiva puede provocar efectos adversos. Por lo tanto, las técnicas avanzadas de aleación y un cuidadoso control del proceso son esenciales para aprovechar todo el potencial del magnesio en la producción de acero.
El aluminio, un potente desoxidante y elemento de aleación en la producción de acero, demuestra una capacidad de desoxidación superior a la del silicio y el manganeso. Sus funciones principales en la metalurgia del acero son polifacéticas y de importancia crítica para mejorar diversas propiedades del acero.
La adición de aluminio al acero sirve para refinar las estructuras de grano y estabilizar el nitrógeno, lo que se traduce en mejoras sustanciales de la tenacidad al impacto. Este mecanismo de refinamiento del grano mitiga significativamente la fragilidad en frío y reduce las tendencias al endurecimiento por envejecimiento, mejorando así el rendimiento mecánico general y la longevidad del acero.
En determinados grados de acero, el contenido preciso de aluminio es crucial. Por ejemplo, el acero estructural al carbono de grado D requiere un mínimo de 0,015% de aluminio soluble en ácido. En el caso de la chapa laminada en frío 08AL, diseñada para aplicaciones de embutición profunda, el contenido óptimo de aluminio soluble en ácido oscila entre 0,015% y 0,065%, lo que garantiza una conformabilidad y resistencia adecuadas.
El aluminio también contribuye a mejorar la resistencia a la corrosión del acero, sobre todo cuando se utiliza en sinergia con otros elementos de aleación como el molibdeno, el cobre, el silicio y el cromo. Esta combinación crea una capa pasiva más robusta, que mejora la resistencia del acero a diversos entornos corrosivos.
En los aceros al cromo-molibdeno y al cromo, la adición de aluminio aumenta la resistencia al desgaste. Esto se consigue mediante la formación de partículas finas y duras de óxido de aluminio dispersas por la matriz de acero, que actúan como obstáculos al movimiento de dislocación y mejoran la dureza superficial.
Sin embargo, es importante señalar que los efectos del aluminio no son siempre beneficiosos. En los aceros para herramientas con alto contenido en carbono, la presencia de aluminio puede provocar fragilidad durante el proceso de enfriamiento, lo que puede comprometer la tenacidad y el rendimiento general del acero.
Aunque el aluminio ofrece numerosas ventajas, también presenta retos en el procesamiento del acero. Puede afectar negativamente a las propiedades de procesamiento térmico, el rendimiento de la soldadura y la maquinabilidad. Estos efectos se deben a la formación de inclusiones de óxido de aluminio de alto punto de fusión y a la modificación de la microestructura del acero, lo que puede provocar un mayor desgaste de la herramienta durante el mecanizado y posibles defectos de soldadura si no se gestiona adecuadamente.
El silicio es un elemento crucial en la fabricación del acero, ya que actúa como agente reductor y desoxidante esencial. En los aceros al carbono, el contenido de silicio suele permanecer por debajo de 0,5%, introducido durante el proceso de fabricación del acero para cumplir estas funciones críticas.
Cuando se disuelve en ferrita y austenita, el silicio aumenta significativamente la dureza y resistencia del acero. Su efecto fortalecedor sólo es superado por el del fósforo y el del manganeso, níquel, cromo, tungsteno, molibdeno y vanadio. Sin embargo, un contenido de silicio superior a 3% puede reducir sustancialmente la plasticidad y tenacidad del acero.
La influencia del silicio en las propiedades del acero es polifacética:
En la producción de acero, el contenido de silicio se controla cuidadosamente. Para el acero de rebaba, se limita a <0,07%. Cuando es necesario, se añade una aleación de hierro y silicio durante la fabricación del acero para conseguir los niveles de silicio y las propiedades deseadas.
El fósforo (P) se introduce en el acero principalmente a través del mineral de hierro y suele considerarse un elemento perjudicial. Aunque el P puede aumentar la resistencia y la dureza del acero, compromete significativamente la plasticidad y la tenacidad al impacto.
A bajas temperaturas, el P induce la "fragilidad en frío", reduciendo drásticamente la ductilidad del acero. Este fenómeno afecta negativamente a la trabajabilidad y soldabilidad del acero en frío. La gravedad de la fragilidad en frío aumenta proporcionalmente con el contenido de P, lo que exige un control estricto de los niveles de fósforo en la producción de acero.
Las normas industriales sobre el contenido de P varían en función de la calidad del acero:
El fósforo presenta potentes efectos de refuerzo de la solución sólida y de endurecimiento por enfriamiento. Cuando se combina con el cobre, mejora la resistencia a la corrosión atmosférica en aceros de baja aleación y alta resistencia, aunque a expensas del rendimiento de la estampación en frío. Junto con el azufre y el manganeso, el P puede mejorar la maquinabilidad y agravar la fragilidad del temple y la sensibilidad a la fragilidad en frío.
En particular, el P mejora la resistividad eléctrica y puede reducir la fuerza coercitiva y las pérdidas por corrientes de Foucault debido a su efecto de ensanchamiento del grano. En campos magnéticos débiles, los aceros con mayor contenido de P muestran una mejor inducción magnética.
En los aceros al silicio, el contenido de P debe limitarse a ≤0,15% (por ejemplo, 0,07-0,10% en el acero al silicio eléctrico laminado en frío). Aunque el P no dificulta significativamente el trabajo en caliente del acero al silicio, puede inducir fragilidad. El fósforo es el elemento estabilizador de ferrita más potente, y su impacto sobre la temperatura de recristalización y el crecimiento del grano en el acero al silicio es 4-5 veces superior al del silicio en concentraciones equivalentes.
En resumen, aunque el P ofrece algunas propiedades beneficiosas, sus efectos perjudiciales sobre las propiedades mecánicas y las características de transformación del acero exigen un control y una consideración cuidadosos en el diseño de las aleaciones y los procesos de fabricación.
El azufre se introduce en el acero principalmente a partir del mineral de hierro y el coque de combustible durante el proceso de fabricación del acero. En general, se considera un elemento perjudicial en la producción de acero debido a su impacto negativo en diversas propiedades del acero.
En el acero, el azufre existe predominantemente como sulfuro de hierro (FeS). El sistema FeS-Fe forma un compuesto eutéctico de baja fusión con un punto de fusión de aproximadamente 985°C (1805°F). Dado que la temperatura de trabajo en caliente del acero suele superar los 1150°C (2102°F), los compuestos de FeS pueden fundirse prematuramente durante las operaciones de trabajo en caliente. Esta fusión prematura da lugar a un fenómeno conocido como "fragilidad en caliente", que reduce significativamente la ductilidad y tenacidad del acero, dando lugar a menudo a grietas durante los procesos de forja y laminación.
Además, el azufre afecta negativamente a la soldabilidad del acero y disminuye su resistencia a la corrosión. Para mitigar estos efectos negativos, el contenido de azufre en el acero se controla estrictamente. En los aceros de alta calidad, el contenido de azufre suele limitarse a menos de 0,02% a 0,03%. En los aceros de calidad, el rango aceptable es ligeramente superior, hasta 0,03% a 0,045%, mientras que los aceros estructurales comunes pueden contener hasta 0,055% a 0,07% de azufre.
A pesar de sus efectos generalmente perjudiciales, el azufre puede ser beneficioso en aplicaciones específicas. Por ejemplo, en la producción de aceros de mecanizado libre, como ciertos grados de acero inoxidable (por ejemplo, AISI 303), se añade intencionadamente una pequeña cantidad de azufre (de 0,2% a 0,4%) para mejorar la maquinabilidad y el acabado superficial. Esta adición controlada de azufre facilita la rotura de la viruta y reduce el desgaste de la herramienta durante las operaciones de mecanizado. Del mismo modo, algunos aceros rápidos y aceros para herramientas utilizan azufre para mejorar las características superficiales y la maquinabilidad.
En conclusión, aunque el azufre se considera generalmente una impureza en la fabricación del acero, sus efectos pueden ser tanto perjudiciales como ventajosos dependiendo de la aplicación específica y del grado del acero. El control cuidadoso del contenido de azufre es crucial para conseguir las propiedades mecánicas y las características de rendimiento deseadas en los productos de acero.
K/Na pueden utilizarse como potentes modificadores para esferoidizar los carburos en el hierro blanco, mejorando significativamente su tenacidad hasta en 200% y manteniendo al mismo tiempo su alta dureza característica. Esta transformación se produce mediante la promoción de la formación de nódulos de grafito y la reducción de las redes de carburos frágiles.
Estos metales alcalinos también desempeñan un papel crucial en el refinamiento de la microestructura de la fundición dúctil, favoreciendo la formación de nódulos de grafito más numerosos y uniformemente distribuidos. En la producción de hierro vermicular (grafito compactado), el K/Na actúa como agente estabilizador, estrechando la ventana del proceso y mejorando la consistencia en el control de la morfología del grafito.
Además, el K/Na es muy eficaz para promover la austenitización de las aleaciones ferrosas. Un ejemplo notable es su impacto en el acero austenítico al manganeso, donde pueden reducir drásticamente la relación manganeso/carbono requerida, de la convencional 10:1-13:1 a una más económica 4:1-5:1. Esta reducción no sólo disminuye los costes de aleación, sino que también mejora la resistencia al desgaste y la capacidad de endurecimiento por deformación del acero, ampliando sus aplicaciones en aleaciones ferrosas. Esta reducción no sólo disminuye los costes de aleación, sino que también mejora la resistencia al desgaste y la capacidad de endurecimiento por deformación del acero, ampliando sus aplicaciones en entornos abrasivos y de alto impacto.
La adición de calcio al acero es una poderosa técnica metalúrgica que ofrece numerosas ventajas en diversas propiedades y fases de procesamiento del acero. El calcio actúa como un potente refinador del grano, desulfurador parcial y modificador de las inclusiones no metálicas, de forma similar a los efectos de los elementos de tierras raras en el acero.
La adición de calcio aumenta significativamente la resistencia del acero a la corrosión y al desgaste, al tiempo que mejora su rendimiento tanto a altas como a bajas temperaturas. Aumenta las propiedades mecánicas críticas, como la tenacidad al impacto, la resistencia a la fatiga y la plasticidad. Además, la adición de calcio influye positivamente en la soldabilidad del acero, haciéndolo más adecuado para diversos procesos de fabricación.
En términos de aplicaciones específicas, el acero tratado con calcio presenta características superiores de estampación en frío, mayor resistencia a los golpes, mayor dureza y mejor resistencia al contacto. Estas propiedades lo hacen especialmente valioso en la fabricación de elementos de fijación de alto rendimiento, cojinetes y otros componentes sometidos a condiciones de carga severas.
En las aplicaciones de acero moldeado, la adición de calcio ofrece múltiples ventajas. Aumenta la fluidez del acero fundido, lo que mejora la colabilidad y el acabado superficial del producto final. En particular, ayuda a eliminar la anisotropía en la microestructura de la colada, lo que da como resultado propiedades más uniformes en toda la colada. Esta uniformidad se traduce en una mayor resistencia al agrietamiento térmico, propiedades mecánicas superiores y una mejor mecanizabilidad de los componentes fundidos.
Además, el acero tratado con calcio demuestra una mayor resistencia al agrietamiento inducido por hidrógeno y al desgarro laminar, ambos factores críticos en determinadas aplicaciones de alta tensión y estructuras soldadas. Esta mejora del rendimiento puede prolongar considerablemente la vida útil de los equipos y herramientas fabricados con acero tratado con calcio.
En la producción de acero, el calcio suele introducirse como parte de una aleación madre, desempeñando múltiples funciones: como desoxidante para eliminar el oxígeno nocivo, como inoculante para promover la solidificación controlada y como agente de microaleación para afinar la microestructura y las propiedades del acero. El control preciso de la adición de calcio y su interacción con otros elementos de aleación es crucial para lograr el equilibrio deseado de propiedades en el producto de acero final.
El titanio presenta una gran afinidad por el nitrógeno, el oxígeno y el carbono, y una mayor afinidad por el azufre en comparación con el hierro, lo que lo convierte en un elemento eficaz para la desoxidación y para fijar el nitrógeno y el carbono en el acero.
Como potente elemento formador de carburo, el titanio se combina fácilmente con el carbono para formar carburo de titanio (TiC). Este compuesto posee una fuerte fuerza de unión, gran estabilidad y resistencia a la descomposición. La disolución del TiC en el acero se produce lentamente, normalmente a temperaturas superiores a 1000°C (1832°F).
Antes de la disolución, las partículas de carburo de titanio desempeñan un papel crucial en la inhibición del crecimiento del grano, contribuyendo al refinamiento de la microestructura del acero.
La mayor afinidad del titanio por el carbono en comparación con el cromo lo convierte en una valiosa adición en los aceros inoxidables. Fija eficazmente el carbono, mitiga el agotamiento del cromo en los límites de grano y, en consecuencia, reduce o elimina la susceptibilidad a la corrosión intergranular.
Como fuerte elemento formador de ferrita, el titanio eleva significativamente las temperaturas A1 (eutectoide) y A3 (transformación de austenita en ferrita) en el acero, influyendo en su comportamiento de transformación de fase.
En los aceros de baja aleación, el titanio mejora tanto la resistencia como la ductilidad. Esto se consigue gracias a su capacidad para fijar el nitrógeno y el azufre, formar carburos de titanio y promover el refinamiento del grano durante los procesos de tratamiento térmico, como la normalización. Los carburos precipitados mejoran significativamente la plasticidad y la resistencia al impacto del acero.
Los aceros estructurales aleados que contienen titanio presentan excelentes propiedades mecánicas y características de procesamiento. Sin embargo, un inconveniente notable es su reducida templabilidad, que puede afectar al endurecimiento a través del espesor en secciones transversales más grandes.
En los aceros inoxidables con alto contenido de cromo, el titanio suele añadirse en una proporción de 5:1 respecto al contenido de carbono. Esta adición mejora la resistencia a la corrosión (sobre todo contra la corrosión intergranular), aumenta la tenacidad, favorece el crecimiento controlado del grano a temperaturas elevadas y mejora la soldabilidad del acero.
El uso estratégico del titanio en diversos tipos de acero pone de manifiesto su versatilidad a la hora de adaptar las propiedades mecánicas, la resistencia a la corrosión y las características de procesamiento para satisfacer los requisitos específicos de las aplicaciones en industrias que van desde la automoción hasta la aeroespacial y el procesamiento químico.
El vanadio presenta una gran afinidad por el carbono, el nitrógeno y el oxígeno, formando compuestos estables. En el acero, existe predominantemente en forma de carburos.
Las principales funciones del vanadio en el acero incluyen el afinado de la microestructura y el tamaño de grano, y la mejora de la templabilidad cuando se disuelve en la matriz de austenita a temperaturas elevadas. Sin embargo, cuando está presente en forma de carburos, puede contrarrestar este efecto reduciendo la templabilidad. El vanadio también mejora significativamente la resistencia al revenido del acero templado e induce un fenómeno de endurecimiento secundario.
El contenido de vanadio en el acero suele limitarse a 0,5%, con la excepción de los aceros rápidos para herramientas. En los aceros aleados convencionales de bajo contenido en carbono, el vanadio actúa como refinador del grano, mejorando la resistencia, el límite elástico, la tenacidad a baja temperatura y la soldabilidad. En los aceros estructurales aleados, cuando se utiliza junto con el manganeso, el cromo, el molibdeno y el wolframio, el vanadio puede moderar la templabilidad en condiciones estándar de tratamiento térmico.
En los aceros para muelles y cojinetes, las adiciones de vanadio mejoran la resistencia y el límite elástico, en particular el límite proporcional y el límite elástico. También mitiga la sensibilidad al carbono durante el tratamiento térmico, lo que se traduce en una calidad superficial superior. En los aceros para herramientas, el vanadio refina la estructura del grano, reduce la susceptibilidad al sobrecalentamiento, aumenta la estabilidad del revenido y mejora la resistencia al desgaste, prolongando así la vida útil de las herramientas.
En los aceros de carburación, el vanadio permite el enfriamiento directo tras la carburación, eliminando la necesidad de una fase de enfriamiento separada. Los aceros para rodamientos que contienen vanadio y cromo presentan una mayor dispersión de carburos y unas características de rendimiento superiores.
La influencia del vanadio en las propiedades del acero depende en gran medida de su concentración y de la interacción con otros elementos de aleación, lo que exige un control cuidadoso en el diseño y el procesamiento del acero para optimizar las propiedades deseadas para aplicaciones específicas.
El cromo desempeña un papel crucial en la mejora de las propiedades de diversos aceros y aleaciones. Aumenta significativamente la templabilidad del acero y contribuye al endurecimiento secundario, mejorando la dureza y la resistencia al desgaste del acero al carbono sin comprometer la ductilidad.
Cuando el contenido de cromo es superior a 12%, confiere al acero una excelente resistencia a la oxidación a alta temperatura y a la corrosión, al tiempo que mejora su resistencia en caliente. Por ello, el cromo es el principal elemento de aleación del acero inoxidable, el acero resistente a los ácidos y el acero resistente al calor.
En el acero al carbono, el cromo mejora la resistencia y la dureza en condiciones de laminación, al tiempo que reduce el alargamiento y la contracción transversal. Sin embargo, cuando el contenido de cromo supera los 15%, se produce un efecto inverso: la resistencia y la dureza disminuyen, mientras que el alargamiento y la contracción transversal aumentan. En particular, los componentes de acero al cromo pueden alcanzar una alta calidad superficial mediante procesos de rectificado.
Durante el revenido, la función principal del cromo es mejorar la templabilidad, lo que se traduce en unas propiedades mecánicas superiores tras el temple y revenido. En los aceros de cementación, forma carburos de cromo que mejoran considerablemente la resistencia al desgaste superficial. Los aceros para muelles con cromo presentan resistencia a la descarburación durante el tratamiento térmico, una característica valiosa para mantener las propiedades deseadas.
En el caso de los aceros para herramientas, el cromo mejora la resistencia al desgaste, la dureza y la dureza roja (dureza en caliente), al tiempo que mejora la estabilidad del revenido. Esta combinación de propiedades hace que los aceros para herramientas aleados con cromo sean ideales para aplicaciones de alta temperatura.
En las aleaciones electrotérmicas, el cromo sirve para mejorar la resistencia a la oxidación, la resistencia eléctrica y la resistencia general. Estas propiedades son cruciales para aplicaciones en elementos calefactores y otros componentes eléctricos de alta temperatura.
La versatilidad del cromo como elemento de aleación subraya su importancia en la metalurgia y la ciencia de materiales modernas, ya que permite el desarrollo de aceros y aleaciones con propiedades a medida para aplicaciones industriales específicas.
El manganeso (Mn) desempeña un papel crucial en la mejora de las propiedades del acero, principalmente debido a su rentabilidad y compatibilidad con el hierro (Fe). Mejora significativamente la resistencia del acero al tiempo que afecta mínimamente a la plasticidad, lo que lo convierte en un elemento de aleación ampliamente adoptado en la industria siderúrgica.
La omnipresencia del Mn en la producción de acero es evidente en varias calidades. Desde los aceros de estampación con bajo contenido en carbono hasta los aceros avanzados de alta resistencia (AHSS), como los aceros de doble fase (DP), de plasticidad inducida por transformación (TRIP) y martensíticos (MS), el Mn es un componente clave. Su contenido varía en función de las propiedades mecánicas deseadas y de las aplicaciones.
En los aceros con bajo contenido en carbono, el contenido de Mn suele ser inferior a 0,5%. Sin embargo, a medida que aumentan los requisitos de resistencia, también lo hace el contenido de Mn. Por ejemplo, en los aceros martensíticos de ultra alta resistencia, los niveles de Mn pueden alcanzar hasta 3%, lo que contribuye significativamente a su excepcional relación resistencia-peso.
La influencia del Mn va más allá del aumento de la resistencia. Mejora la templabilidad del acero, aumentando su respuesta a los procesos de tratamiento térmico. Este efecto se ejemplifica en la comparación entre los aceros 40Mn y AISI 1040, en la que el primero presenta una templabilidad superior debido a su mayor contenido de Mn.
Otra función crítica del Mn es su capacidad para mitigar los efectos perjudiciales del azufre (S) en el acero. Durante el proceso de fabricación del acero, el Mn forma inclusiones de sulfuro de manganeso (MnS) de alto punto de fusión, neutralizando eficazmente el impacto negativo del azufre sobre las propiedades del acero, en particular la trabajabilidad en caliente y la ductilidad.
Sin embargo, la adición de Mn requiere un cuidadoso equilibrio. Aunque el aumento del contenido de Mn puede aumentar la resistencia, una cantidad excesiva puede comprometer la plasticidad y soldabilidad del acero. Este equilibrio requiere un control preciso del contenido de Mn en función de la aplicación prevista y del perfil de propiedades requerido del acero.
En la siderurgia moderna, la optimización del contenido de Mn, a menudo junto con otros elementos de aleación, es crucial para desarrollar aceros con combinaciones de propiedades a medida para satisfacer las demandas específicas de la industria, desde el aligeramiento en automoción hasta las aplicaciones estructurales de alto rendimiento.
El cobalto (Co) desempeña un papel crucial en la mejora de las propiedades de aceros y aleaciones especiales. En los aceros rápidos, el Co confiere una dureza excepcional en caliente, manteniendo el rendimiento de la herramienta de corte a temperaturas elevadas durante las operaciones de mecanizado.
Cuando se alea con molibdeno en aceros martensíticos, el Co mejora significativamente la dureza y las propiedades mecánicas generales. Este efecto sinérgico da lugar a aceros de ultra alta resistencia con excelente tenacidad, ampliamente utilizados en aplicaciones aeroespaciales y de defensa.
El Co es un elemento de aleación esencial en aceros resistentes al calor y materiales magnéticos. En estos últimos, contribuye a una elevada saturación magnética y a la mejora de las temperaturas de Curie, fundamentales para los imanes permanentes de alto rendimiento y los aceros eléctricos.
Sin embargo, el impacto del Co en las propiedades del acero es complejo. En los aceros al carbono, puede reducir la templabilidad, comprometiendo potencialmente las propiedades mecánicas globales. Este efecto es especialmente pronunciado en los aceros de medio y alto contenido en carbono, en los que la templabilidad es crucial para conseguir las microestructuras y propiedades deseadas.
El Co refuerza la ferrita mediante el endurecimiento por disolución sólida. Cuando se añade a los aceros al carbono durante tratamientos térmicos como el recocido o la normalización, aumenta la dureza, el límite elástico y la resistencia a la tracción. Sin embargo, esto se produce a costa de una reducción de la ductilidad, que se manifiesta en una disminución del alargamiento y de la reducción de área.
El aumento del contenido de Co en los aceros conduce generalmente a una reducción de la tenacidad al impacto. Esta relación entre resistencia y tenacidad debe equilibrarse cuidadosamente en el diseño de la aleación para aplicaciones específicas.
La excelente resistencia a la oxidación del Co lo hace inestimable en aceros y superaleaciones resistentes al calor. Las superaleaciones a base de Co, sobre todo en aplicaciones de turbinas de gas, presentan una resistencia superior a altas temperaturas, resistencia a la fluencia y resistencia a la corrosión en caliente, lo que permite temperaturas de funcionamiento más elevadas y una mayor eficiencia de los motores.
Los efectos beneficiosos del níquel en las aleaciones de acero son considerables y abarcan la mejora de las propiedades mecánicas, las características microestructurales y la resistencia a la corrosión. Estos atributos hacen que los aceros que contienen níquel sean muy deseables para una amplia gama de aplicaciones industriales.
El níquel mejora significativamente la relación resistencia/dureza del acero, un factor crítico en muchos diseños de ingeniería. Disminuye drásticamente la temperatura de transición de dúctil a frágil, con valores que llegan a menos de -100°C con un contenido de Ni de 0,3%, y caen en picado hasta -180°C cuando se combina con cobalto de 4-5%. Esta notable tenacidad a bajas temperaturas amplía las posibilidades operativas de los aceros que contienen níquel en aplicaciones criogénicas.
La influencia del níquel en la templabilidad del acero depende de la concentración. Mientras que un contenido de Ni de 3,5% es insuficiente para el temple por enfriamiento rápido, el aumento del contenido de níquel hasta 8% en los aceros al cromo facilita la transformación martensítica incluso a velocidades de enfriamiento muy bajas. Esta característica es especialmente valiosa en la producción de componentes de gran tamaño y sección gruesa en los que el endurecimiento en profundidad es un reto.
La estructura atómica del níquel, con una constante de red similar a la de la austenita (γ-Fe), favorece la formación de una solución sólida continua. Esta compatibilidad metalúrgica mejora la templabilidad del acero y contribuye a una microestructura más uniforme. Además, el níquel reduce las temperaturas críticas de transformación y estabiliza la austenita, lo que permite reducir las temperaturas de temple y mejorar la templabilidad.
Cabe destacar los efectos sinérgicos del níquel con otros elementos de aleación. Las combinaciones de níquel-cromo, níquel-tungsteno y níquel-cromo-molibdeno mejoran significativamente la templabilidad. Los aceros al níquel-molibdeno presentan una resistencia excepcional a la fatiga, mientras que los aceros al níquel muestran en general propiedades superiores a la fatiga térmica, lo que los hace adecuados para componentes sometidos a ciclos térmicos.
En los aceros inoxidables, el níquel desempeña un papel crucial en la estabilización de la fase austenítica, mejorando así la resistencia a la corrosión en un amplio espectro de entornos. Esto hace que los aceros inoxidables que contienen níquel sean indispensables en el procesamiento químico, la producción de alimentos y las aplicaciones marinas.
Una ventaja del níquel en el acero que a menudo se pasa por alto es su capacidad para inhibir el crecimiento del grano a temperaturas elevadas. Esta característica ayuda a mantener una microestructura de grano fino, esencial para preservar las propiedades mecánicas y evitar la fragilización durante el servicio a alta temperatura o los procesos de tratamiento térmico.
El cobre (Cu) desempeña un papel importante en la mejora de las propiedades del acero, en particular en la mejora de su resistencia a la corrosión atmosférica. Cuando se alea con acero de bajo contenido en carbono, el Cu forma una pátina protectora en la superficie, lo que prolonga considerablemente la vida útil del material en entornos corrosivos. El efecto sinérgico del Cu y el fósforo (P) no sólo potencia la resistencia a la corrosión, sino que también aumenta la resistencia y el límite elástico del acero sin comprometer su soldabilidad.
El raíl de acero que contiene entre 0,20% y 0,50% de Cu (comúnmente denominado acero U-Cu) presenta una notable resistencia a la corrosión, con una durabilidad entre 2 y 5 veces superior a la del acero al carbono estándar. Esto lo hace especialmente valioso en aplicaciones expuestas a duras condiciones ambientales, como infraestructuras costeras o instalaciones de procesamiento químico.
A concentraciones más elevadas, concretamente cuando el contenido de Cu supera los 0,75%, el acero puede sufrir un efecto de endurecimiento por envejecimiento tras el tratamiento con solución sólida y el posterior envejecimiento. Este fenómeno puede aprovecharse para mejorar aún más la resistencia y dureza del material mediante procesos controlados de tratamiento térmico.
En concentraciones más bajas, la influencia del Cu en las propiedades del acero es comparable a la del níquel, aunque menos pronunciada. Sin embargo, es crucial tener en cuenta que un contenido excesivo de Cu (normalmente por encima de 1%) puede provocar problemas de procesamiento durante las operaciones de trabajo en caliente. Ello se debe a la formación de una fase rica en Cu de bajo punto de fusión en los límites de grano, que puede dar lugar a la fragilización por calor o la fragilización por cobre.
Las ventajas del cobre van más allá de los aceros al carbono. En los aceros inoxidables austeníticos, la adición de Cu 2-3% mejora significativamente la resistencia a medios corrosivos como el ácido sulfúrico, el ácido fosfórico y el ácido clorhídrico. Además, mejora la resistencia de la aleación al agrietamiento por corrosión bajo tensión, un factor crítico en aplicaciones exigentes como equipos de procesamiento químico o entornos marinos.
El galio (Ga), un metal posterior a la transición, se encuentra en el bloque p de la tabla periódica y presenta propiedades únicas en la metalurgia del acero. En el sistema hierro-carbono, el microgalio es soluble en la fase ferrita (α-Fe), formando una solución sólida sustitutiva. A diferencia de muchos elementos de aleación, el galio no forma carburos, óxidos, nitruros ni sulfuros en el acero, lo que influye en su comportamiento durante el tratamiento térmico y el servicio.
En la región bifásica de austenita (γ) + ferrita (α), el microgalio presenta una difusión preferente de la austenita a la ferrita debido a su mayor solubilidad en la estructura cúbica centrada en el cuerpo (BCC) de la ferrita en comparación con la estructura cúbica centrada en la cara (FCC) de la austenita. Este comportamiento de difusión conduce a una mayor concentración de galio en la fase de ferrita, lo que puede afectar a la cinética de transformación de fase y a la microestructura final del acero.
El principal mecanismo por el que el galio influye en las propiedades mecánicas del acero es a través del fortalecimiento de la solución sólida. Como átomo sustitutivo en la red de hierro, los átomos de galio crean distorsiones locales, impidiendo el movimiento de dislocación y aumentando así la resistencia y dureza del acero. Sin embargo, la magnitud de este efecto fortalecedor suele ser menos pronunciada en comparación con elementos de aleación tradicionales como el manganeso o el molibdeno.
En cuanto a la resistencia a la corrosión, el galio tiene un impacto mínimo en el comportamiento general del acero frente a la corrosión. A diferencia de elementos como el cromo o el níquel, que pueden mejorar significativamente la resistencia a la corrosión mediante la formación de una película pasiva, el galio no altera sustancialmente las propiedades electroquímicas de la superficie del acero. Su efecto limitado sobre la resistencia a la corrosión se debe principalmente a que no forma óxidos en las matrices de acero.
El arsénico (As) en el mineral plantea problemas durante la producción de hierro y acero, con una eliminación limitada que puede conseguirse mediante la sinterización convencional. Sin embargo, la torrefacción clorurada ofrece un método más eficaz para la eliminación del As. Durante la fundición en altos hornos, el As residual se integra en el arrabio, lo que exige una gestión cuidadosa.
Cuando el contenido de As en el acero supera los 0,1%, afecta significativamente a las propiedades del material, aumentando la fragilidad y comprometiendo la soldabilidad. Para mitigar estos efectos adversos, es crucial un control estricto de los niveles de As en el mineral, con un umbral máximo recomendado de 0,07%.
La presencia de As en el acero presenta influencias complejas en las propiedades mecánicas. En el acero redondo bajo en carbono, tiende a elevar tanto el límite elástico (σs) como la resistencia a la tracción (σb). Sin embargo, esto se consigue a costa de reducir la ductilidad, como demuestra la disminución del alargamiento. Además, el As muestra un pronunciado impacto negativo en la tenacidad al impacto a temperatura ambiente (Akv) del acero redondo al carbono, un factor crítico para muchas aplicaciones.
Estas consideraciones metalúrgicas subrayan la importancia de una gestión precisa del As a lo largo de los procesos de fabricación del hierro y del acero, equilibrando los beneficios potenciales con los efectos perjudiciales para garantizar una calidad y un rendimiento óptimos del acero.
El selenio (Se) desempeña un papel crucial en la mejora de la maquinabilidad de diversos metales, como el acero al carbono, el acero inoxidable y el cobre. Su incorporación mejora el acabado superficial, con piezas de aspecto brillante y limpio. Esta mejora se debe principalmente a la capacidad del selenio para formar inclusiones fácilmente cizallables, que facilitan la rotura de virutas y reducen el desgaste de las herramientas durante las operaciones de mecanizado.
En el campo especializado del acero al silicio orientado a alta inducción magnética, el diseleniuro de manganeso (MnSe2) se emplea frecuentemente como inhibidor. El MnSe2 demuestra unas características de inclusión superiores a las del sulfuro de manganeso (MnS), especialmente en su capacidad para controlar el crecimiento de los granos de recristalización iniciales. Esta inhibición mejorada es fundamental para promover el crecimiento selectivo de granos de recristalización secundaria. El resultado es una textura altamente orientada (110)[001], que es crucial para conseguir unas propiedades magnéticas óptimas en los aceros eléctricos utilizados en núcleos de transformadores y otras aplicaciones eléctricas de alta eficiencia. Esta optimización de la textura reduce las pérdidas en el núcleo y mejora la eficiencia global del transformador.
El circonio (Zr) es un potente elemento formador de carburos que presenta propiedades análogas a las del niobio, el tantalio y el vanadio en las aleaciones de acero. Sus características únicas lo convierten en un valioso aditivo en diversas aplicaciones metalúrgicas de alto rendimiento.
La incorporación de pequeñas cantidades de Zr produce múltiples efectos beneficiosos sobre la microestructura y las propiedades del acero:
Estos efectos contribuyen sinérgicamente a mejorar la tenacidad a baja temperatura y la conformabilidad superior, lo que resulta especialmente beneficioso para mejorar el rendimiento de estampación de las chapas de acero.
El Zr tiene una amplia aplicación en la producción de:
El control preciso del contenido de Zr, normalmente en el rango de 0,05-0,15%, es fundamental para optimizar sus beneficios y evitar al mismo tiempo posibles problemas como la formación excesiva de carburo o la fragilización.
El niobio (Nb) y el tántalo son elementos estrechamente relacionados, que a menudo se encuentran juntos en la naturaleza y que desempeñan funciones similares en la metalurgia del acero. Ambos elementos pueden disolverse parcialmente en solución sólida, lo que contribuye a reforzar la matriz del acero.
La presencia de Nb mejora significativamente la respuesta de temple del acero cuando está disuelto en la fase austenítica. Sin embargo, cuando está presente en forma de carburos o partículas de óxido, el Nb actúa como refinador de grano y reduce la templabilidad del acero. También aumenta la estabilidad del revenido e induce un efecto de endurecimiento secundario, que es beneficioso para conseguir propiedades mecánicas específicas.
El microaleado con niobio ofrece una ventaja única: mejora la resistencia del acero sin comprometer la plasticidad ni la tenacidad. Esta característica es especialmente valiosa en los modernos aceros de baja aleación y alta resistencia (HSLA). El Nb refina la estructura del grano, mejora la tenacidad al impacto y reduce la temperatura de transición de dúctil a frágil. Cuando el contenido de Nb es superior a 8 veces el de carbono, puede fijar eficazmente casi todo el carbono del acero, lo que se traduce en una excelente resistencia a la fragilización por hidrógeno.
En los aceros inoxidables austeníticos, el Nb actúa como elemento estabilizador, evitando la sensibilización y la corrosión intergranular en ambientes oxidantes. Esto se consigue mediante la formación de carburos de niobio estables, que impiden la precipitación de carburos de cromo en los límites de grano. Además, el Nb mejora el rendimiento a alta temperatura de los aceros, en particular la resistencia a la fluencia, gracias a su capacidad de fijación del carbono y a su efecto de endurecimiento por precipitación.
En los aceros convencionales de baja aleación, la adición de Nb mejora el límite elástico y la tenacidad al impacto, al tiempo que reduce la temperatura de transición de dúctil a frágil. Esta combinación de propiedades es especialmente ventajosa para las estructuras soldadas. En los aceros estructurales aleados de carburación y revenido, el Nb aumenta la templabilidad al tiempo que mejora la tenacidad y el comportamiento a baja temperatura. En los aceros inoxidables martensíticos de bajo contenido en carbono, el Nb reduce la tendencia al endurecimiento por aire, atenúa la fragilización por revenido y aumenta la resistencia a la fluencia, lo que lo convierte en un elemento de aleación versátil para diversos grados de acero y aplicaciones.
El molibdeno (Mo) aumenta significativamente las propiedades del acero, mejorando su templabilidad, resistencia al calor y resistencia a la fragilización por revenido. También aumenta el magnetismo residual, la coercitividad y la resistencia a la corrosión en entornos específicos.
En los aceros templados y revenidos, el Mo mejora la templabilidad, lo que permite un tratamiento térmico eficaz de piezas de gran sección transversal. Mejora la estabilidad del revenido, aumentando la resistencia del acero al reblandecimiento a temperaturas elevadas. Esta característica permite un alivio de tensiones más eficaz y una mayor ductilidad en condiciones de alta temperatura sin comprometer la resistencia.
En los aceros carburizados, el Mo atenúa la formación de redes continuas de carburos en los límites de grano de la capa carburada. Esto reduce el contenido de austenita retenida, mejorando así la resistencia al desgaste superficial. La microestructura refinada mejora la resistencia a la fatiga y la tenacidad al impacto.
El Mo es crucial en los aceros para matrices de forja, ya que mantiene una dureza constante a temperaturas elevadas y mejora la resistencia a la deformación plástica, el agrietamiento por fatiga térmica y el desgaste abrasivo. Esto prolonga la vida útil de las matrices y mejora la calidad de las piezas en las operaciones de forja en caliente.
En los aceros inoxidables y resistentes a los ácidos, el Mo aumenta significativamente la resistencia a la corrosión, en particular contra los ácidos orgánicos (por ejemplo, fórmico, acético, oxálico), los agentes oxidantes (peróxido de hidrógeno) y diversos productos químicos industriales (ácido sulfúrico, ácido sulfuroso, sulfatos, colorantes ácidos, agentes blanqueadores). En particular, la adición de Mo combate eficazmente la corrosión por picaduras y grietas inducida por iones cloruro, un problema común en entornos marinos y de procesamiento químico.
El acero rápido W12Cr4V4Mo, que contiene aproximadamente 1% Mo, presenta una excepcional resistencia al desgaste, estabilidad al revenido y dureza al rojo (dureza en caliente). Esta composición optimiza el equilibrio entre los formadores de carburo (W, Cr, V, Mo) y la matriz, lo que da como resultado un rendimiento de corte y una vida útil de la herramienta superiores en aplicaciones de mecanizado de alta velocidad.
El estaño (Sn) desempeña un papel complejo en la metalurgia del acero y sus efectos varían considerablemente en función de la aplicación específica y de la composición de la aleación. En la producción general de acero, el Sn suele considerarse una impureza perjudicial debido a su potencial para inducir la fragilidad en caliente, la fragilización por revenido y el agrietamiento. Puede afectar negativamente a la soldabilidad y está clasificado como uno de los "elementos vagabundos" del acero, junto con elementos como el cobre, el arsénico, el antimonio y el fósforo.
Sin embargo, el Sn demuestra propiedades beneficiosas en aplicaciones de acero especializadas. En los aceros eléctricos, sobre todo en los aceros al silicio de grano orientado, el Sn contribuye a mejorar las propiedades magnéticas. Lo consigue influyendo en la estructura del grano y el desarrollo de la textura. El Sn tiende a segregarse en los límites del grano, inhibiendo el crecimiento del grano durante el procesamiento. Este efecto de refinamiento del grano depende de la concentración; un mayor contenido de Sn conduce a un control más eficaz del tamaño del grano. La estructura de grano más fino resultante contribuye a reducir las pérdidas de núcleo en los aceros eléctricos.
Además, el Sn promueve la formación de la textura favorable {100} Goss en el acero al silicio de grano orientado. Esta mejora de la textura conduce a una mayor permeabilidad magnética y a una menor magnetostricción, propiedades ambas deseables para los materiales del núcleo de los transformadores. La intensidad de la inducción magnética puede mejorarse notablemente con adiciones controladas de Sn.
En la producción de hierro fundido, pequeñas cantidades de Sn (normalmente <0,1 wt%) pueden resultar ventajosas. Aumenta la resistencia al desgaste e influye en la fluidez del metal fundido, que es crucial para los procesos de fundición. Para la fundición maleable perlítica, que combina una alta resistencia con una buena resistencia al desgaste, se añade Sn durante la fusión para promover la formación de perlita. Sin embargo, es fundamental controlar con precisión el contenido de Sn, ya que una cantidad excesiva puede interferir con la esferoidización del grafito en las fundiciones dúctiles.
El Sn también encuentra aplicación en aceros de corte libre, donde mejora la maquinabilidad. En estas aleaciones, el Sn tiende a segregarse alrededor de las inclusiones y en los límites de grano. Aunque no altera significativamente la morfología de las inclusiones de sulfuro (un factor clave en los aceros de corte libre), el comportamiento de segregación del Sn mejora la formación de virutas y la rotura durante las operaciones de mecanizado. Se suelen observar mejoras óptimas de la maquinabilidad cuando el contenido de Sn supera 0,05 wt%, aunque la cantidad exacta depende del grado de acero específico y de otros elementos de aleación presentes.
En conclusión, aunque el Sn no suele ser deseable en la producción de acero a granel, su uso selectivo en tipos de acero especializados puede reportar importantes ventajas de rendimiento. La clave reside en un control preciso de la composición y en la comprensión de las complejas interacciones entre el Sn y otros elementos de aleación en la microestructura del acero.
Tras incorporar antimonio (Sb) al acero al silicio de alta orientación magnética, refina el tamaño del grano durante los procesos de recristalización primaria y secundaria. Este refinamiento conduce a una recristalización secundaria más completa, lo que se traduce en una mejora de las propiedades magnéticas.
Tras la laminación en frío y la descarburación de los aceros que contienen Sb, se refuerzan los componentes de textura {110} y {110}. Estas orientaciones son favorables para promover la recristalización secundaria, aumentando en consecuencia el número de núcleos de recristalización secundaria. Esta modificación microestructural contribuye a mejorar el rendimiento magnético y la calidad general del material.
En los aceros estructurales que contienen Sb diseñados para aplicaciones de soldadura, el Sb presenta un comportamiento de precipitación único a temperaturas de austenización. Precipita preferentemente alrededor de las inclusiones de sulfuro de manganeso (MnS) y a lo largo de los límites de grano de austenita anteriores. Este enriquecimiento de Sb alrededor de las inclusiones de MnS tiene un doble propósito: refina la microestructura del acero y mejora su tenacidad. La microestructura refinada contribuye a mejorar las propiedades mecánicas, mientras que el aumento de la tenacidad es especialmente beneficioso para las estructuras soldadas, ya que reduce potencialmente el riesgo de fractura frágil en la zona afectada por el calor.
En el acero, el wolframio (W) presenta una doble funcionalidad: se disuelve parcialmente en el hierro para formar una solución sólida y, al mismo tiempo, produce carburos. Sus efectos son comparables a los del molibdeno (Mo), aunque generalmente menos pronunciados cuando se comparan por peso.
Las principales contribuciones del W a las propiedades del acero incluyen una mayor estabilidad al revenido, una mayor dureza al rojo (dureza en caliente), una mayor resistencia al calor y una mayor resistencia al desgaste, debido principalmente a la formación de carburos de wolframio. Estas características hacen que los aceros aleados con W sean especialmente adecuados para aplicaciones de herramientas, como los aceros de alta velocidad y los aceros para forja en caliente.
En los aceros para muelles de alta calidad, el W actúa como un formador de carburos refractario, que inhibe el engrosamiento de los carburos y mantiene la resistencia a altas temperaturas. Además, el W reduce la sensibilidad del acero al sobrecalentamiento, mejora la templabilidad y aumenta la dureza general.
Por ejemplo, el acero para muelles 65SiMnWA alcanza una gran dureza incluso después de laminarse en caliente y enfriarse con aire. Los aceros para muelles que contienen W, con secciones transversales de hasta 50 mm², pueden templarse en aceite para alcanzar una gran dureza y soportar cargas considerables manteniendo una resistencia térmica de hasta 350 °C.
El acero para muelles de alta resistencia al calor 30W4Cr2VA es un buen ejemplo de las ventajas de la adición de W. Esta calidad presenta una excelente templabilidad y puede alcanzar resistencias a la tracción de 1.470-1.666 MPa tras enfriarse a 1.050-1.100 °C y templarse a 550-650 °C. Su aplicación principal es la fabricación de muelles diseñados para entornos de alta temperatura de hasta 500 °C. Su principal aplicación es la fabricación de muelles diseñados para entornos de alta temperatura de hasta 500 °C.
El W mejora significativamente la resistencia a la abrasión y el rendimiento de corte de los aceros, lo que lo convierte en un elemento de aleación crucial en los aceros para herramientas. La formación de carburos de wolframio duros y estables contribuye a mejorar la resistencia al desgaste y la retención del filo en las herramientas de corte, especialmente las que funcionan a altas temperaturas o en condiciones severas.
En resumen, la adición de wolframio al acero confiere una combinación de resistencia a altas temperaturas, resistencia al desgaste y mejores propiedades de corte, lo que hace que los aceros aleados con W sean indispensables en diversas aplicaciones de alto rendimiento, sobre todo en los sectores de los aceros para herramientas y para muelles.
El plomo (Pb) mejora la maquinabilidad del acero al actuar como lubricante interno durante las operaciones de corte. Los aceros que contienen cantidades controladas de plomo presentan excelentes propiedades mecánicas y siguen siendo aptos para los procesos de tratamiento térmico. Sin embargo, debido a las preocupaciones medioambientales y a los efectos perjudiciales sobre el proceso de reciclaje de la chatarra de acero, el uso del plomo como elemento de aleación se ha ido eliminando progresivamente en favor de alternativas más respetuosas con el medio ambiente.
La solubilidad limitada del plomo en el hierro (Fe) impide la formación de soluciones sólidas o compuestos intermetálicos. En su lugar, el plomo se segrega en los límites de grano, adoptando una morfología globular. Esta segregación puede inducir la fragilización por revenido en el acero dentro del intervalo de temperaturas críticas de 200-480°C (392-896°F). Además, la presencia de plomo en los límites de grano puede comprometer significativamente la soldabilidad, provocando la formación de grietas durante los procesos de soldadura. Estos fenómenos metalúrgicos requieren una cuidadosa consideración en el diseño de la aleación y en los parámetros de procesado de los aceros con plomo, especialmente en aplicaciones que impliquen temperaturas elevadas u operaciones de soldadura.
El rendimiento de corte del acero puede mejorarse significativamente incorporando 0,1-0,4% de bismuto (Bi) a las composiciones de acero de corte libre. Cuando se distribuyen uniformemente en la matriz de acero, las partículas de Bi se funden al entrar en contacto con la herramienta de corte, actuando como un lubricante eficaz. Este mecanismo evita el sobrecalentamiento de la herramienta, permite mayores velocidades de corte y mejora la maquinabilidad general.
Recientemente se ha añadido Bi a varios tipos de acero inoxidable para mejorar sus características de mecanizado. En los aceros de corte libre, el Bi puede existir en tres formas distintas: como partículas independientes dentro de la matriz de acero, encapsulado por inclusiones de sulfuro o en la interfaz entre la matriz de acero y las fases de sulfuro.
La investigación ha demostrado que el aumento del contenido de Bi en lingotes de acero de corte libre S-Bi conduce a una reducción de la velocidad de deformación de las inclusiones de sulfuro de manganeso (MnS). La presencia de Bi-metal en el acero inhibe eficazmente la deformación de sulfuro durante el proceso de forja de lingotes de acero, contribuyendo a mejorar el control microestructural.
En aplicaciones de fundición, la adición de 0,002-0,005% Bi ha demostrado múltiples beneficios. Mejora el rendimiento de la fundición maleable, aumenta la tendencia al blanqueamiento, reduce el tiempo de recocido y optimiza la ductilidad de los componentes finales. Además, la introducción de 0,005% Bi en la fundición nodular mejora la resistencia sísmica y aumenta la resistencia a la tracción.
Sin embargo, la incorporación de Bi al acero presenta retos técnicos debido a su elevada volatilidad a las temperaturas típicas de fabricación del acero (en torno a 1500°C), lo que dificulta su distribución uniforme. Para resolver este problema, los fabricantes internacionales han desarrollado enfoques innovadores, como el uso de placas de aleación de Bi-Mn con un punto de fusión más bajo de 1050°C como aditivos. A pesar de estos avances, la tasa de utilización de Bi sigue siendo relativamente baja, de aproximadamente 20%.
En el campo de los aceros eléctricos, importantes productores de acero como Nippon Steel & Sumitomo Metal, POSCO y otros han informado de que las adiciones de Bi pueden mejorar significativamente las propiedades magnéticas del acero al silicio de grano orientado, en particular el valor B8 (inducción magnética a 800 A/m). En particular, Nippon Steel & Sumitomo Metal y JFE han presentado más de cien patentes de acero al silicio orientado de alto valor magnético con adiciones de Bi. Estas innovaciones han dado lugar a valores de inducción magnética que alcanzan 1,90T, con algunos casos excepcionales que llegan hasta 1,99T, lo que supone mejoras sustanciales en el rendimiento del acero eléctrico.
Los elementos de tierras raras (ETR) abarcan la serie de los lantánidos (números atómicos 57-71), así como el escandio (21) y el itrio (39), sumando un total de 17 elementos. Estos elementos comparten propiedades químicas similares, lo que dificulta su separación. Las tierras raras mixtas, más rentables, son combinaciones de REE sin separar.
En la producción de acero, los REEs desempeñan múltiples funciones:
Los REEs, junto con el Ca, Ti, Zr, Mg y Be, son muy eficaces para modificar las inclusiones de sulfuro. Cuando se añaden en cantidades adecuadas, transforman las inclusiones de óxido y sulfuro en pequeñas partículas globulares dispersas. Esta transformación atenúa los efectos perjudiciales del sulfuro de manganeso (MnS) y otras inclusiones sobre las propiedades del acero.
En la producción típica de acero, el azufre existe principalmente como sulfuro de hierro (FeS) y sulfuro de manganeso (MnS). Un alto contenido de manganeso favorece la formación de MnS, que, a pesar de su alto punto de fusión y su capacidad para evitar el acortamiento en caliente, puede alargarse durante el proceso de deformación. Estas inclusiones alargadas de MnS reducen significativamente la plasticidad, tenacidad y resistencia a la fatiga del acero. Las adiciones de REE son cruciales para modificar estas inclusiones y mejorar el proceso de deformación.
Los ETR también mejoran la resistencia del acero a la oxidación y la corrosión, superando los efectos del silicio, el aluminio y el titanio. Mejoran la fluidez del acero, reducen las inclusiones no metálicas y favorecen una microestructura densa y pura. Las principales funciones de los ETR en el acero son la purificación, la modificación de las inclusiones y la aleación.
A medida que mejora el control del contenido de oxígeno y azufre en la producción de acero, las técnicas tradicionales de purificación y modificación de la inclusión pierden importancia. Sin embargo, las nuevas tecnologías de purificación y los efectos de aleación que utilizan REEs están ganando importancia. Por ejemplo, los REEs aumentan la resistencia a la oxidación de las aleaciones de aluminio ferrocromo y mantienen las estructuras de grano fino a temperaturas elevadas. Esto se traduce en una mayor resistencia a altas temperaturas y en una prolongación significativa de la vida útil de las aleaciones electrotérmicas.
En resumen, los elementos de tierras raras desempeñan un papel polifacético en la producción moderna de acero, ofreciendo ventajas únicas en términos de control microestructural, modificación de la inclusión y mejora de las propiedades. Su aplicación sigue evolucionando a medida que avanzan las técnicas de producción de acero, abriendo nuevas vías para el desarrollo de aceros de alto rendimiento.