A la hora de decidir entre aluminio y acero galvanizado, ¿qué material destaca? Este artículo analiza sus propiedades, sopesando las ventajas de la ligereza y conductividad térmica del aluminio frente a la robustez y resistencia a la corrosión del acero galvanizado. Los lectores aprenderán cómo se comparan estos metales en diversas aplicaciones, lo que les ayudará a tomar decisiones informadas para proyectos industriales y de construcción.
La comparación de las propiedades de ambos revela diferencias entre el aluminio y el acero galvanizado.
El aluminio es un metal con todas las propiedades del metal: ductilidad, resistencia a la corrosión, flexibilidad y buena conductividad térmica. Es resistente a la intemperie, se puede mecanizar, adelgazar en alambres y chapas o soldar.
El aluminio se alea con otros metales, y aleaciones de aluminio son famosos por su ligereza y rentabilidad.
En cambio, el acero galvanizado es un material estructural o de construcción.
Puede corroerse y, para protegerlo, el acero al carbono se sumerge en zinc fundido, que se adhiere al acero como una fina película.
El acero es una aleación de hierro, conocida por su resistencia, y se utiliza como material estructural. Para que sea resistente a la corrosión, es necesario el proceso de galvanización. Este proceso fue inventado por Luigi Galvani para proteger el acero de la corrosión mediante un revestimiento de zinc.
El proceso de galvanización del acero al carbono tiene diversas implicaciones, ya que ayuda en la fabricación de diferentes partes de objetos industriales, y se presenta en varias formas.
El acero galvanizado también se utiliza en la construcción de armazones de casas, carrocerías de camiones y autobuses, electrodomésticos, torres eléctricas, bidones metálicos y otros artículos indispensables para nuestra vida cotidiana.
El aluminio, con su menor densidad y mayor tasa de intercambio térmico en comparación con el acero galvanizado, es el material preferido en diversos equipos industriales por su rendimiento superior y su menor peso. La baja densidad del metal lo convierte en un mejor conductor térmico.
En términos de peso, el aluminio supera al acero galvanizado. Su ligereza, su alta eficiencia en la transferencia de calor, su mayor capacidad de refrigeración y descongelación, y su rentabilidad lo convierten en un material mejor que el acero.
Los productos de aluminio también se prefieren al acero galvanizado por sus propiedades antibacterianas y su facilidad de limpieza, sobre todo en casos relacionados con alimentos.
Frente a la superficie dura y lisa del aluminio, la del acero galvanizado es porosa y rugosa, lo que constituye un caldo de cultivo para las bacterias y contamina el procesado de los alimentos.
El acero galvanizado es un material ideal para los procesos industriales en los que intervienen la sosa cáustica y el hidróxido potásico, ya que el revestimiento de zinc del acero galvanizado ofrece mayor resistencia a las soluciones alcalinas débiles que el aluminio.
El aluminio y el acero galvanizado son compatibles entre sí, ya que son adyacentes en la escala galvánica. En los últimos cincuenta años, ha habido muchas estructuras con soportes de aluminio y exteriores de acero galvanizado.
En resumen:
1. El aluminio es un metal, mientras que el acero galvanizado es acero al carbono sumergido en zinc mediante un proceso de calentamiento.
2. La superficie del acero galvanizado es porosa y rugosa, lo que dificulta su limpieza.
3. La superficie dura y lisa del aluminio ayuda a eliminar la proliferación de bacterias y simplifica los métodos de limpieza.
4. El aluminio y el acero galvanizado son compatibles entre sí.
5. El aluminio es preferible por su ligereza, resistencia a la corrosión y conductividad térmica, mientras que el acero galvanizado es más pesado y caro.